El trasplante es el proceso mediante el cual, se coloca a la plántula en el lugar donde va a completar su ciclo reproductivo. Dicha plántula viene de una etapa de desarrollo primario en un semillero (malasombra, invernadero, microtúnel, etc.) en donde tuvo las condiciones óptimas para su germinación, emergencia, desarrollo de hojas cotiledonales y hojas verdaderas. El trasplante generalmente se realiza cuando la plántula tiene 3 hojas verdaderas y su sistema radicular se encuentra cubriendo al cepellón, para así proceder a su extracción de charolas o semilleros si romper parte de la raíz.

Después del trasplante, viene una etapa crucial para el éxito del cultivo; se trata de la etapa de adaptación de la plántula al nuevo ambiente, que, generalmente es diferente a donde la plántula creció sus primeros días.

No existen fórmulas generales para poder asegurar el éxito en el trasplante y sobre todo en el postrasplante, pero si podemos sugerir algunas medidas que hay que contemplar para, en medida de lo posible evitar pérdidas de plántula y retraso de crecimiento en dicha etapa.

  1. Una plántula apta para trasplante (o semilla para siembra directa).

Este es el primer paso y quizá el más importante. Es necesario contar con una plántula óptima, sana (libre de insectos y patógenos) y bien nutrida. En este punto, no es deseable contar con plántulas pasadas, platas que crecieron demasiado en la etapa de semillero; este tipo de plantas, aunque se vean más fuertes, generalmente son más susceptibles a esos cambios de ambiente y a daños en la raíz por el trasplante.

También son indeseables, plántulas con etiolación, que es el fenómeno que sucede cuando la planta crece en ambientes con poca luz o en competencia con otras plantas, que da como resultado, plantas alargadas y por consiguiente débiles, susceptibles al acame por viento.

Finalmente, son indeseables las plantas con presencia de plagas (huevos, ninfas y adultos de insectos y ácaros) o patógenos, incluyendo síntomas iniciales de virosis. Esas plantas deben ser desechadas, ya que pueden ser fuente de inóculo para plantas sanas.

  1. Protección fitosanitaria contra ataques de insectos y ácaros plaga y enfermedades.

Una vez que la plántula se encuentran en campo, va a ser blanco de ataques de plagas y enfermedades; estos ataque pueden ser aún más severos si la planta no está bien adaptada al medio o si sufre estrés postrasplante. En esta etapa son importantes los insecticidas, acaricidas, fungicidas y bactericidas con un modo de acción sistémico para que todos los tejidos de la planta tengan defensa. También es de suma importancia considerar la aplicación de inoculantes de suelo, como bacterias benéficas, hongos biocontroladores, etc. También en esta etapa es de suma importancia la aplicación de inductores de resistencia, que promuevan la autodefensa de la planta ante el ataque de patógenos y virus.

3. Buen Aporte Nutricional: principalmente Nitrógeno y Fósforo.

En la etapa de adaptación de la plántula en campo, el aporte nutricional deberá ser con fuentes de fácil asimilación, elementos acondicionados con ácidos orgánicos, materia orgánica, aminoácidos y evitar los cambios bruscos de pH, para no promover la oxidación prematura de raíces de absorción. Se recomienda el uso de “starters”, fertilizantes con alto contenido de fósforo y nitrógeno para una nutrición óptima. Son muy útiles los inoculantes con bacterias fijadoras de Nitrógeno y solubilizadoras de Fósforo, que reciclan nutrientes y se los proveen a la planta de forma completamente asimilable.

  1. Bioestimulación adecuada: para lograr una correcta división celular y desarrollo de raíces, tallos y hojas.

Si las condiciones ambientales son adversas, es probable que la planta presente algunos desbalances hormonales (incrementos o decrementos de los noveles de ciertas fitohormonas). En la mayoría de los casos, es necesaria la aplicación de auxinas, que promuevan la división celular y desarrollo de tejido nuevo, sobre todo en la rizósfera, que es donde es requerido el desarrollo para iniciar la absorción correcta de nutrientes.

  1. Riego necesario, para evita estrés hídrico y asegurar la nutrición.

El agua es indispensable. Para la nutrición de la planta su importancia radica en que a través de ella, se da el suministro de nutrientes, que pasan del suelo a la solución y de ahí, a las raíces. Si la planta es sometida a etapas de estrés hídrico (ausencia de agua) en su edad temprana, sus vasos xilemáticos se verán afectados ocasionándose el fenómeno de tilosis, embolias y cierre de dichos vasos.

  1. Suelo debidamente preparado.

Finalmente, será muy importante contar con un suelo óptimo para el desarrollo del sistema radicular de la planta, nivelado, con baja compactación y con una buena Capacidad de Intercambio Catiónico para facilitar la nutrición de la planta. Además, se debe asegurar un buen drenaje, para evitar la acumulación de humedad y con esto el arribo de patógenos.

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