Las condiciones climáticas juegan un papel crucial en la aparición de hongos en los cultivos agrícolas. La humedad relativa alta, junto con temperaturas cálidas, crean un entorno propicio para que los patógenos fúngicos prosperen. En particular, las lluvias prolongadas, la escasa ventilación y el riego excesivo contribuyen a la acumulación de agua en las plantas, lo que facilita la germinación y dispersión de esporas de hongos. Además, los cambios bruscos en el clima pueden debilitar las defensas naturales de las plantas, haciéndolas más susceptibles a enfermedades fungosas como el mildiu y la cenicilla. Ante esta situación, los agricultores deben estar atentos a las condiciones ambientales y actuar preventivamente para mitigar el riesgo de infecciones.

En este contexto, los fungicidas orgánicos a base de extractos vegetales se presentan como una solución efectiva y sostenible para el control de estas enfermedades fúngicas. Estos productos, elaborados con extractos de plantas como el árbol del té, citronela, ajo, semillas de cítricos, etc., ofrecen una alternativa ecológica frente a los fungicidas sintéticos. Los compuestos bioactivos presentes en estas plantas actúan como inhibidores naturales del crecimiento de los hongos, impidiendo su proliferación sin afectar negativamente al ambiente.

Las plantas, por su origen, lugar donde se han adaptado, especie o familia, producen ciertos compuestos (bioactivos) para autodefensa, adaptación o desarrollo. A estos compuestos se les conoce como metabolitos secundarios y son compuestos químicos producidos por la misma planta, derivados propiamente, de su metabolismo, a menudo son llamados fitoquímicos.

En general, los metabolitos secundarios que especies de plantas pueden llegar a producir y que pueden llegar a extraerse para formular productos con Principios Activos son:

Los Terpenos:

Son unidades de isopreno. Entre los isoprenoides considerados primarios figuran las fitohormonas giberelinas y el ácido abscísico; la cadena isoprenoide de algunas citoquininas, de la plastoquinona y de la ubiquinona; el fitol de la clorofila; los carotenoides; saponinas esteroidales; los fitoesteroles esenciales para la integridad de las biomembranas y los dolicoles. Ejemplos de terpenos para el control de enfermedades de plantas son los pinenos y el limoneno que pueden controlar hongos y bacterias fitopatógenas y en algunos casos controlan grupos de insectos de cuerpo blando.

Los Fenoles

Se encuentran en todos los tejidos vegetales. Son compuestos de estructura aromática con uno o varios grupos hidroxilo, libres o sustituidos. El compuesto básico es el fenol, pero la mayor parte de estos compuestos son polifenoles, figuran las quinonas fenólicas, las cumarinas, los lignanos, taninos, los estilbenos y los flavonoides. Ejemplos de fenoles son el fenol, cresol, timol y resorcinol, que tienen efectos fungicidas y bactericidas.  El timol en formulación ha demostrado tener efecto de control sobre bacterias como Erwinia spp., Xanthomonas sp., y Clavibacter michiganensis y hongos como Fusarium oxysporum y Colletotrichum sp.

Los Alcaloides

Son química y biológicamente muy heterogéneos. Es el grupo más representativo, numeroso y diverso. Los alcaloides son moléculas orgánicas más o menos complejas; de carácter básico, por la presencia en ellas de uno o más átomos de nitrógeno formando parte de un heterociclo; se sintetizan de aminoácidos o de sus derivados inmediatos; su presencia en las plantas está limitada a determinados grupos taxonómicos; finalmente, son sustancias con cierta toxicidad, preferentemente activas sobre el sistema nervioso central. Ejemplos de alcaloides son la nicotina, cebadilla, estricnina, ricino, etc. El ricino, posee un principio activo que es el etil-dodecanoato, dentro de los alcaloides tiene efecto de inhibición de la síntesis de proteína, por lo cual se usa como nematicida e insecticida, principalmente para el control de Meloidogyne sp., y pulgones.

Blindax es un fungicida e inductor de resistencia que se elabora a partir de diferentes extractos naturales de plantas, entre ellos: Mimosa tenuiflora, Melaleuca alternifolia y Citrus sinensis, revisemos cada uno de ellos:

Mimosa tenuiflora: en México esta planta es conocida como tepezcohuite y su uso data desde la época prehispánica, donde, con las cáscaras del árbol se hacían preparados para ayudar a cicatrizar heridas y quemaduras. El extracto de esta planta es rico en cetonas aromáticas, taninos, alcaloides, saponinas (minomósidos), fitoesteroles y lípidos. Este grupo de compuestos, confieren al extracto de Mimosa tenuiflora un efecto potente para la ruptura de células de hongos y bacterias, reduciendo considerablemente las infecciones en plantas por microorganismos.

Melaleuca alternifolia: Mejor conocida como árbol del té. El aceite esencial de árbol del té está compuesto por hidrocarburos terpénicos, principalmente monoterpénos, sesquiterpénos, alcoholes y sus asociados. Los terpenos son hidrocarburos volátiles, aromáticos y pueden ser considerados polímeros de isopreno. El componente mayoritario es el terpinen-4-ol, alcohol monoterpénico, le siguen ɤ-terpinéno y α-terpinéno (Cox et al., 2001).

Citrus sinensis: el aceite esencial de semillas de cítricos tiene también un amplio efecto fungicida, bactericida e insecticida comprobado. Es rico en terpenos entre ellos el d-limonene que es un excelente fungicida, ataca directamente a las células de los hongos, afectando su crecimiento y reproducción.

Los extractos anteriores, otorgan un efecto fungicida potente al producto Blindax, de acción preventiva y sobre todo curativa. Su aplicación va dirigida para el control de hongos foliares, como Botrytis, cenicillas, mildius, antracnosis y Sigatoka Negra, este último en banano.

Efecto Inductor de Resistencia

Jasmonatos: son una clase de fitohormonas derivadas del ácido jasmónico, juegan un papel crucial como inductores de resistencia en las plantas frente a patógenos fúngicos. Estos compuestos activan diversas rutas de señalización que desencadenan la expresión de genes relacionados con la defensa, lo que mejora la capacidad de las plantas para resistir infecciones. En respuesta a la percepción de un ataque fúngico, los jasmonatos regulan la producción de proteínas de defensa, como las quitinasas y glucanasas, y promueven la acumulación de metabolitos secundarios tóxicos para los hongos, fortaleciendo las barreras físicas y químicas de la planta (Wasternack & Hause, 2013; Gfeller et al., 2015). Diversos estudios han demostrado que la aplicación exógena de jasmonatos induce una respuesta sistémica adquirida (SAR), mejorando la resistencia a patógenos como Botrytis cinerea y Fusarium oxysporum, lo que reduce significativamente el desarrollo de enfermedades en cultivos comerciales.

Bibliografía consultada:

Gfeller, A., Liechti, R., & Farmer, E. E. (2015). Arabidopsis jasmonate signaling pathway. Science Signaling, 8(390), re7.

Cox, S. D., C. M. Mann, and J. L. Markham. Interactions between components of the essential oil of Melaleuca alternifolia. J. Appl. Microbiol 2001.91:492–497.

Wasternack, C., & Hause, B. (2013). Jasmonates: biosynthesis, perception, signal transduction and action in plant stress response, growth and development. Annals of Botany, 111(6), 1021-1058.

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