No solo los humanos nos estresamos, también lo hacen las plantas, sin embargo, su respuesta ante el estrés es un tanto diferente.

El estrés se identifica como una desviación significativa de las condiciones óptimas para la vida. Dichas condiciones ocasionan cambios en todos los niveles funcionales de los organismos.

Desde un punto de vista biológico, en las plantas, el estrés tiene una connotación más amplia, refiriéndose a los cambios ambientales que alteran al estado fisiológico de las plantas.

El estrés tiene varias causas, en general, se identifican dos fuentes: el estrés biótico y el estrés abiótico.

El estrés biótico es el que se origina a partir de la interacción de la planta o el cultivo en general, con otro organismo vivo, el cual afecta por algún tipo de relación ecológica negativa (Competencia, Alelopatía, Hervivoría, Parasitismo, etc.) al desarrollo normal de la planta. En otras palabras, el estrés biótico se deriva del ataque de plagas o enfermedades al cultivo.

El estrés abiótico se divide a su vez, en dos tipos de estrés: el estrés abiótico físico y el estrés abiótico químico. El estrés abiótico físico es el que se origina a partir de cambios climáticos (altas, bajas temperaturas, granizadas, fuertes vientos, etc.), condiciones de sequía o exceso de humedad, daño mecánico o por campo magnético. El estrés abiótico químico se genera debido a la presencia en el suelo o sustrato de la planta de elementos tóxicos, como los metales pesados o exceso de ciertos elementos nutricionales, condiciones extremas de pH o contenido de sales.

En general el estrés abiótico físico puede deberse a:

De acuerdo con el ambiente donde una planta se desarrolla, puede generar ciertos mecanismos para poder defenderse del estrés. En el caso del estrés abiótico, una de las sustancias que la planta produce como respuesta al estrés es el ácido abscísico o ABA por sus siglas en inglés.

El ABA es la hormona vegetal más importante en la transducción de señales relacionadas con el estrés por sequía. Los estomas constan de dos células guarda que detectan los altos niveles de ABA, por lo que reducen su volumen y turgencia, mediante la salida de iones y aniones de potasio. Además, ABA induce la sobreexpresión de casi 50 % de los genes asociados con la cutícula. En raíces de plantas estresadas el ABA induce la división celular.

El ABA ha sido llamado la hormona del estrés, ya que esta aumenta la adaptación a varios tipos de estrés, tales como temperaturas bajas, radiación por UV, patógenos, salinidad, también participa en las respuestas de la planta ante el déficit hídrico.

Las respuestas al ABA involucran su percepción por medio de receptores celulares y señales de transducción reguladas por proteínas cinasas y segundos mensajeros, dirigiendo la regulación de canales de iones y la activación de factores de transcripción que controlan a los genes inducibles por el ABA.

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