En el artículo anterior, explicamos el término rizósfera y dijimos que era la zona que rodea las raíces de las plantas, donde ocurren interacciones biológicas, químicas y físicas cruciales para el crecimiento y desarrollo vegetal. Vimos cuales eran sus funciones, los factores que inciden en ella de manera positiva y los problemas que limitan su buena funcionalidad en la agricultura actual.

Imaginemos a la rizósfera como una casa, donde vivirá una familia, esa casa (pequeña o grande) deberá tener lo mínimo para que las personas vivan decorosamente. Deberá tener paredes fuertes, que no permitan que se venga abajo, un piso que proteja de la humedad y el polvo, puertas y ventanas que favorezcan la circulación del aire y entrada de luz, pero que puedan cerrarse para mantener la seguridad de los habitantes y un techo, que de sobra ante el sol y refugio en los días lluviosos y finalmente, una zona donde preparar alimentos, una zona donde dormir y el baño. Con esas necesidades mínimas cubiertas, una familia podría vivir de manera digna, disfrutar sus días y ser productivos.

Así es la rizósfera.  La rizósfera es la casa de las raíces y de los microorganismos, las raíces van a vivir en familia con los microorganismos, porque se necesitan el uno al otro, los microorganismos reciben de las raíces los nutrientes para subsistir y las raíces, reciben de los microorganismos bioestimulación y protección contra patógenos que a veces quieren invadir la casa.

Así como en la casa, la rizósfera necesita paredes fuertes, un techo y un piso, en sentido figurado. Esas paredes, pisos y techo serían las características físicas, químicas y la Materia Orgánica. Las características físicas correctas, permiten suelos porosos, acolchonados, con capacidad para retener nutrientes y con un balance óptimo entre la circulación y retención del agua. Las características químicas se refieren a los nutrientes (iones y compuesto) disponibles en la solución (líquida) del suelo, listos para que la planta los retenga y la Materia Orgánica es el “colchón” para los microrganismos y nutrientes.

Algunos parámetros que son necesarios medir para poder ver su estado y la necesidad de tomar medidas para corregirlos son los siguientes:

Conductividad Eléctrica (C.E.)

La CE es proporcional a la concentración de sales en la solución, su medida tiene como fundamento que la velocidad con que la corriente eléctrica atraviesa una solución salina es proporcional a la concentración de sales en solución. Se obtiene con la ayuda de un conductímetro, con una muestra de suelo en mezcla suelo/agua en proporción 1:5 (CE1:5). Está influenciada por la temperatura, por lo que se deberá tomar a 20°C.

pH

El pH es una medida que se obtiene de aplicar el logaritmo negativo de la concentración de iones H de una solución del suelo. Es una escala del 1 al 14 con la que se indica que tanta acidez o basicidad tiene el suelo, es decir, qué tan ácido, o alcalino es un suelo. Los números iniciales de la escala, del 1 a 6 se refieren a la acidez, siendo el 1 más ácido que el 6, el 7 es la neutralidad y de 8 a 14 indica alcalinidad. Conocerlo es de suma importancia, ya la asimilación de nutrientes está dada por el pH, algunas bacterias y hongos patógenos también están relacionados con el pH. Finalmente, cabe aclarar que el la rizósfera muchas veces posee un pH ligeramente más bajo que el resto del suelo, cuando se realicen tomas de pH es necesario hacer alguna del suelo que está en contacto con la raíz.

Capacitad de Intercambio Catiónico

La Capacidad de Intercambio Catiónico (CIC) puede definirse como la capacidad total de los coloides del suelo (arcilla y materia orgánica) para intercambiar cationes con la solución del suelo. Según Sposito (1989) esta capacidad se ve influenciada por factores como la temperatura, la presión, la composición de la fase líquida y la relación de masa de suelo / solución.

La CIC se expresa en cmol(+)kg-1. Para cada sustancia, su valor depende de la densidad de carga superficial y de su superficie específica, de modo que puede variar de unos coloides a otros. En el caso de la fracción mineral, la distinta superficie específica condiciona la baja CIC de limos y arenas, frente al elevado valor que presentan las arcillas. Dentro de las arcillas, a su vez, la carga superficial varía enormemente de un tipo a otro. En el caso de la materia orgánica, sin embargo, la CIC se ve condicionada por el grado de humificación / descomposición que presenta (López A. J., 2005).

Ácidos Húmicos y Fúlvicos

Los ácidos húmicos constituyen la fracción soluble del humus. Son compuestos de carácter anfótero formados por un núcleo central formado por grupos funcionales estables (como radicales libres del tipo de las semiquinonas) y una serie de cadenas alifáticas asociadas con grupos carboxilo, hidroxilo y quinonas orientados hacia la superficie externa. A su vez, este grupo de sustancias puede subdividirse en otros dos:

  1. Ácidos húmicos (en sentido estricto). La fracción de las sustancias húmicas solubles en el agua a pH neutro o básico. Pueden extraerse del suelo mediante diversos reactivos y precipitan en medio ácido. Los ác. húmicos son el principal componente extractable de las sustancias húmicas. Poseen un color pardo oscuro a negro. El peso molecular de los ácidos húmicos es superior a 60.000.
  2. Ácidos fúlvicos. Constituyen la fracción de sustancias húmicas solubles en el agua, independientemente del pH. Permanecen en la solución después de la precipitación de los ác. húmicos tras la acidificación del medio. Posiblemente esto ocurre debido a la menor proporción de estructuras aromáticas por cada cadena lateral. Los ácidos fúlvicos son de color amarillo claro a pardo amarillento. Su peso molecular es menor de 60.000, y su reactividad es mucho más elevada. son ricos en polisacáridos, fosfatos y otros aniones (López A. J., 2005).

En Fagro hemos diseñado un producto de uso general, que mejora las características físicas, químicas y biológicas del suelo, es Proroot Biorgan SF.

Proroot Biorgan SF es un mejorador biológico de suelos, de origen orgánico, con acción multifuncional y de amplio espectro, se aplica desde las etapas de plántula, trasplante y desarrollo del cultivo, vía foliar o al suelo. Puede ser aplicado al suelo, gracias a su contenido de microorganismos benéficos, ofrece protección natural contra enfermedades que atacan la raíz.

Los microorganismos del complejo multibacterial benéfico de Proroot Biorgan SF sintetizan compuestos fungitóxicos y bioestimulantes. La d-glucosamina promueve enzimas quinolíticas, proteasas, callosa, lignina y morfogénesis. Las saponinas naturales mejoran la disponibilidad de agua, poseen acción penetrante, inducen la resistencia de la planta a enfermedades, promueven desarrollo de la planta, acción surfactante. El complejo aminoproteico y ácidos grasos promueven el crecimiento y desarrollo, inducen resistencia al estrés ambiental y al daño por enfermedades; aportan nutrientes, aminoácidos, péptidos y ácidos grasos. Las algas marinas mejoran las características físicas y químicas de los suelos, promueven el crecimiento, desarrollo y la resistencia, aportan fitohormonas y aminoácidos.

Bibliografía:

López, Antonio. J. 2005. Manual de Edafología. Departamento de Cristalografía, Mineralogía y Química Agrícola de la Universidad de Sevilla, España.

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